Esta es una historia más bien de amor, pero no de pareja, que también la hay. Y una historia de agradecimiento a través del turrón de chocolate, con una receta casera y deliciosa, que tanto ha gustado en cada Navidad durante más de veinte años. Es el turrón que endulza a mis padres, inseparables; a mis hermanos, que siempre han estado ahí y ahí siguen; a mis tías, para las que tuve que adaptar una versión sin azúcar; a mis sobrinos, que de pequeños me ayudaron varios años con las tabletas, como un juego de niños que dejaba la cocina impregnada de sus huellas… Y al resto de mi familia, y a mis amig@s, y a mis compañer@s, y a mis doctoras y enfermeras, y a tanta gente bonita que caminaba y camina a mi lado.